Llevaba ya muchos meses queriendo leer este libro, ya que, además de tener una portada muy sugerente, solo he oído buenas críticas sobre él. Así que, tan pronto como lo tuve en mis manos, no pude hacer otra cosa que hincarle el diente, aunque con un poco de miedo de que defraudara mis expectativas.
"Todo el mundo debería recibir una ovación del público al menos una vez en su vida, porque todos vencemos al mundo".
La verdad es que no tenía mucha idea sobre de qué iba el libro exactamente, ya que la sinopsis no nos sumerge demasiado en la historia, aunque ahora, después de haberlo leído, agradezco enormemente no haber contado con más información.
El libro nos presenta a August, un niño de 12 años con un pequeño problema: su cara. Y con esto no me refiero a que sea feo, no. Nació con la cara deforme (no me gusta utilizar este término, la verdad) , lo que le hace ser víctima de todo tipo de miradas y burlas. Debido a esto, durante toda su vida ha sido educado en casa, pero el problema llega cuando un día sus padres deciden que ya ha llegado el momento de que se abra al mundo y vaya al colegio como los demás niños de su edad. Así que Auggie tendrá que aprender a lidiar con sus nuevos compañeros al tiempo que intenta hacerles ver que, si le dejaran ser él mismo, tal vez su aspecto no importaría tanto.